jueves, 26 de noviembre de 2015

Amazona

Anónimo


Lo que digo de la crin del caballo tutelar
que sueño
es una mentira,
una mentira  que mantengo
para olvidar el seno
destrozado que mancilló mi cuerpo
enredado en las lamas del charco
que me ensucia,
y no he de volver a cantar sobre esa rosa,
ni decir que me envuelve una bronceada rama
mi cuello.
El pelo oscuro me da el vigor que los conejos tienen
al procrear, 
el beso al aire  el brillo de la ondulación de los cuerpos
que estoy mirando,
me sugieren  arrebatar el filo del dios más triste
para dárselo al músculo  feble,
una ruina me brota en cada instante
para lucir metálica y viril,
no se trata de un cerebro hábil,
sino por la taurina ola del pecho cercenado
es que me alimento
con el vaho de su crin. 

viernes, 20 de noviembre de 2015

Alucinación

Ilustración de Cathrine Langwagen

Me derivaste al infierno,  
las redes se quemaron
y el agua derretía las mariposas plásticas,
yo bebí sin discriminación moldeando mi carne en barro,
lo sabía hacer muy bien,
Me retorcía,
Los lugares encantan cuando la tibieza va echando al aire flores
que te traen recuerdos.
Y yo me maldigo,  no quiero herir a la santa de la pared,
no quiero pedir la alucinación de cada noche insomne,
pues harta de ilusión,
de luces que llagan,
de risas sin mandíbulas.
Pero, lamo las córneas que veo entre las nubes,
y todas las líneas me convencen
de volver a rescatarte
de ese acantilado que se fue con mis ojos
y orbitan en lugares incógnitos.
Volveré a despertarte en la marisma
para recuperar mis ojos
y seguirte con mi vestido quemado. 

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Raconto

La gente duerme
y las luminarias encendidas
opacan los ruidos molestos de la noche,

los destellos lejanos me recuerdan
que los sinsabores no terminan,

que esta  minúscula garra de una voz
arma su palacio.

Esta atmósfera miente,
para lucirnos  a oscuras nuestras  sombras de provincia,
nuestro  árbol profuso,

y sus  florecillas  nos abren los labios,
llamamos a otra orilla,

nos callan las bravatas,
nos lastiman en silencio
como la brizna gélida atraviesa mi cabello,

y la noche solitaria 
tiene esa mirada a hurtadillas,
de un lugar remoto que visitamos juntos,

donde me esperas donde me hablas,
aunque lejana tu imagen está desnuda,

hay certeza en mi vida y mi pensamiento
aunque entre estas barandas,
rozas de algún modo el aire,
y el destello surge abrupto,
alegre y firme,

demasiado esplendoroso,
acaso,
para mi paso sencillo.

Y son tus ojos permisivos,
tu mirada diálectica,
tu silencio sereno
y tu invasión,
que me incendian la noche.